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Prevención Ante Situación de Consumo de Drogas

Las estrategias de prevención efectivas proveen a niños, adolescentes y adultos las herramientas que necesitan para llevar una vida sana y productiva. En materia de salud pública, los enfoques de prevención se suelen dividir en tres categorías:

 La prevención primaria

 

Se enfoca en reducir el número de personas que utilizan drogas por primera vez, o bien retrasar la edad en que alguien comienza a consumir drogas. Esto se logra a través de intervenciones que reducen los factores de riesgo y fortalecen los factores de protección.

 

Las estrategias de prevención secundaria se proponen identificar a las personas que ya muestran signos de abuso y dependencia de sustancias o caen en la categoría de consumo, para intervenir tan pronto como sea posible a fin de evitar la progresión.

 

La prevención terciaria se refiere a las estrategias destinadas a limitar los efectos adversos emocionales, de salud y sociales, así como las consecuencias económicas del consumo de sustancias psicoactivas. Hace unos 20 años, los científicos de la prevención refinaron el marco de referencia de la prevención primaria, reconociendo que el enfoque original de la salud pública se basaba más en criterios médicos o clínicos, mientras que los programas de prevención en las áreas de salud mental, emocional y del comportamiento se basan más en los niveles de riesgo. Por esta razón, los programas de prevención están diseñados para reducir la vulnerabilidad o el riesgo de iniciar el consumo de drogas y si éste ya ha comenzado, evitar la progresión del uso hacia trastornos por abuso o dependencia. Estos programas se denominan en función de las poblaciones a las que se dirigen:

 

Los de prevención universal están dirigidos a la población general, con diferentes niveles de riesgo para el consumo de drogas.

 

Los de prevención selectiva se dirigen a las personas, familias o grupos específicos que se encuentran en mayor riesgo para el consumo de drogas y los problemas asociados, como en el caso de los hijos de padres con dependencia a las drogas.

 

Los de prevención indicada están diseñados para las personas que ya han iniciado el consumo de drogas y que presentan problemas derivados de ello, como los trastornos de conducta asociados con el abuso de sustancias. La investigación científica sobre la prevención nos ha proporcionado pruebas sólidas sobre las estrategias preventivas que son efectivas. Dichas estrategias integran los diversos sectores a diferentes niveles.

 

Por ejemplo, a nivel nacional los sectores de educación, salud, aplicación de la ley y empleo El Problema de las Drogas en las Américas: Estudios 37 deben incorporarse en la planificación, ejecución, seguimiento y evaluación de los servicios de prevención. La inclusión, cuando sea posible, de las ONG es también crucial para desarrollar servicios eficaces de prevención y tratamiento. A nivel local o municipal, los actores y tomadores de decisiones involucrados pueden variar, pero es necesario considerar la participación de un amplio sector para lograr el apoyo sostenido de la infraestructura, para el desarrollo de servicios efectivos. Para cualquiera de estas estrategias de prevención, es de suma importancia reconocer las características de los ajustes más apropiados y condiciones para apoyar la prevención, así como a las poblaciones objetivo.

Información General

Las drogas al ser sustancias que generan una alteración al sistema de la persona, en muchos lugares del mundo su consumo es restringido

¿Pueden sus hijos estar en riesgo del abuso de sustancias?

Hoy en día el consumo de sustancias psicotrópicas pasan desapercibida para muchas familias, puesto que existen otros factores como los ingresos económicos que evitan que muchos de los padres estén en contacto directo con sus hijos, desconociendo las actividades que realizan tanto dentro de hogar como fuera de el. Pero esta no es únicamente la razón principal por la cual muchos jóvenes tiendan  caer en el consumo de sustancias, los factores de riesgo que presentan actualmente los adolescentes no son enfrentados con los factores de protección, provocando de este modo una dependencia o consumo masivo de las sustancias.

 

Más que una falta de conocimiento sobre las drogas y sus consecuencias, la evidencia apunta a los siguientes factores de riesgo:

 • Rasgos de personalidad con baja autoestima y baja asertividad.
• El abuso y rechazo familiar. • La falta de apego a la escuela y a la comunidad.
• Crecer en comunidades violentadas.

• Tensión y acelerada búsqueda de sensaciones nuevas.
• Dificultad para alcanzar relaciones disciplinadas consigo mismo y con los demás.
• Escasa tolerancia a la frustración y baja capacidad para afrontar adversidades.
• Elevada e incesante necesidad de aprobación social.
• Dificultad para el manejo del tiempo libre.

• Bajo aprovechamiento escolar.

• Falta de habilidades sociales, como para decir no.
• Falta de conocimientos sobre drogas.

• Falta de habilidades para tomar decisiones y resolver problemas.  

Si se trabajara desde esos factores de riesgo se lograría evitar futuros problemas. Como padres la responsabilidad de estar pendientes del desarrollo de los jóvenes, depende mucho del futuro que ellos tengan.

La comunicación para poder conocernos y re-conocernos como personas, como familia, como profesores-alumnos es fundamental. Sin comunicación no hay conocimiento del otro, no hay cercanía, y sin cercanía no hay posibilidad de construir lazos de confianza. Cuando hay confianza, la comunicación ya no es solo hablar y escuchar, la comunicación se convierte en un punto de encuentro de otro nivel. La familia no se elige, como tampoco el lugar o la época donde nacemos... La satisfacción con la propia familia no es algo mecánico, es algo intencional y querido, es algo que se construye. Fortalecer esos lazos ayuda a lograr ese registro interno de satisfacción con la familia que se tiene, y claro, no todo es blanco ni tampoco todo es negro; en esa diversidad de colores se tejen sentimientos, experiencias, quehaceres. Eso sí, lograr esa satisfacción es tarea de ambas partes.

 

Los recursos emocionales y afectivos son esa suerte de soporte que se nutre de los afectos cotidianos, de las conversaciones de cada día, del sentirse acompañados y acompañadas. Ese saber que se cuenta con el otro o la otra (en la familia) da un registro de certeza total y hace que la familia sea menos sensible al riesgo y más capaz de afrontar satisfactoriamente los factores estresantes, facilitando la adaptación individual y familiar.

BIBLIOGRAFÍA

Ministerio de Educación. (2013). Prevención en Familias del consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco. Quito-Ecuador: Ministerio de E..

  

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